Comentario
En Juno la Fuerza J, canadiense, desembarcó en ambas orillas del río Seulles. Pero en un primer momento apenas fue capaz de avanzar -en algunos puntos, sólo 100 m-. La llegada, con retraso, de refuerzos permitió a los canadienses cruzar de un tirón la playa en el este del Seulles. En el oeste hubo más dificultades: muchas lanchas de desembarco habían sido destruidas; los Funnies avanzaban penosamente obstaculizados por el terreno y abriendo vías por las que finalmente pasaron los soldados, evitando que los alemanes pudiesen formar una segunda línea defensiva. Por la tarde los canadienses se dirigían ya, por su derecha, hacia las carreteras de Bayeux a Caen y, por la izquierda, de Courselles a Caen.
En Sword la Fuerza S había sufrido atascamientos, a causa del elevado número de vehículos desembarcados, y la infantería avanzaba poco y mal, pese a que los Funnies habían limpiado 7 de las 8 salidas de la playa ya a las 9,30 horas. (11) La infantería británica estaba sufriendo bastantes bajas por el fuego de morteros, anticarros y ametralladoras, pero los carros alemanes pudieron ser rechazados. Finalmente los asaltantes tomaron la colina de Périers y lanzaron sus carros hacia los vacíos en las líneas alemanas, sin hallar oposición.
El Día-D, el día más largo había concluido. La Operación Overlord había sido un éxito. Rommel había tenido razón.
Con todo, había habido momentos difíciles para los aliados, y los alemanes habían reaccionado más de lo que se esperaba. El exiguo espacio disponible en las playas impidió a los aliados que sacasen más partido del éxito del desembarco y de su enorme poderío, al no poder desplegar a las tropas y unidades mecanizadas. Es cierto que por la noche habían desembarcado ya 156.000 hombres, pero Caen no había caído al primer empujón. Discontinuo todavía, el frente aliado tenía más de 50 km de longitud, entre el Vire y el Orne, y las cabezas de playa se habían afianzado dentro de la Muralla del Atlántico.
El carecer de reservas inmediatamente detrás de la primera línea había impedido a Rommel atajar la invasión en la misma costa. Aunque cabe preguntarse por qué quince divisiones alemanas no habían podido echar al mar a los atacantes el primer día, cuando eran numéricamente inferiores. Para Rommel (que se lo dijo así a Hitler en los primeros momentos del desembarco) el ataque había tenido éxito "como consecuencia de un estado de cosas de las que el ejército no tiene la culpa: enemigo numéricamente superior; deficiencias de nuestro reconocimiento aéreo; fortificaciones que dejaban mucho que desear, dotadas con pocos hombres. Para dar la vuelta a la situación deberíamos poder dar la vuelta también a la relación de fuerzas actual..." Pero Hitler le había respondido secamente: "¡Las tropas se quedan donde están! ¡Le prohíbo que las mueva sin mi permiso!" Y Rommel había replicado: "Ordenes así pueden darse sólo cuando no se sabe cómo están las cosas. (12) Así, la confusión y el desorden habían sido grandes y el entusiasmo de los soldados no el mejor. Además, el Alto Mando seguía con los ojos puestos en Calais, incluso 24 horas después del desembarco, y cuando se percataron de que el objetivo era Normandía, era ya demasiado tarde. Las primeras 24 horas habían sido decisivas.
Los refuerzos alemanes comenzaron a llegar más tarde, sobre todo a la zona de Caen, en menor medida a la de Omaha o Utah. Pero la cobertura aérea faltó, a causa de la superioridad aliada. En los transportes sufrieron los alemanes un caos total por los bombardeos aliados. El histerismo de la tropa se vio incrementado por la acción de los partisanos de las FFI. La Luftwaffe estuvo prácticamente ausente, la defensa antiaérea fue ineficaz, los aviones llegaron con retraso, todo ello debido a los caprichos e incoherencias de Göering. Según Thompson, si un solo avión aliado fue destruido por la Luftwafe, pese a que el Día-D los aliados efectuaron 11.000 salidas....
Rommel había realizado esfuerzos infructuosos para trasladar a la 12.ª División Acorazada SS y a la Panzer Lehr a la línea Carentan-Saint-Ló, frente a los norteamericanos de Omaha, y cuando Hitler por fin accedió a dar la orden, ya era tarde, y además los carros no pudieron zafarse de la presión anglo-canadiense en el norte de Caen para trasladarse a Omaha. Por otro lado, la Panzer Lehr no fue vista aquel día, ni al día siguiente. Tampoco pudieron los alemanes penetrar entre los británicos y canadienses, entre Juno y Sword. Los alemanes no se habían batido mal, pero sí peor que otras veces; cuando los contraataques comenzaron a ser estériles, se inició la desmoralización.
Por la noche del 6 de junio Montgomery sabía que habían vencido. Pudo así informar que: "Como resultado de las operaciones del Día-D se han ganado posiciones firmes en el continente europeo". Y ello al precio reducido de 11.000 bajas, de las que sólo 2.500 eran muertos. (13)
Montgomery había mandado muy bien a sus tropas, lo mismo que a sus subordinados, en particular Dempsey, general modesto y eficaz. Eisenhower se había mostrado a la altura de las circunstancias, en mayor medida de lo que muchos esperaban de él. Bradley, que había mandado las fuerzas de desembarco norteamericano, y que tenía fama de tratar bien a los soldados, fue criticado por haber rechazado los Funnies y haber aumentado así las dificultades y las bajas: su rechazo tenía que ver en cierta medida con su desprecio por los británicos, un pueblo acabado, y con el hecho de que no podía ver a Montgomery.
Sea como sea, la Operación había sido un éxito. En tres días quedaron consolidadas las cabezas de playa y ya el día 9 había unos 326.000 soldados, 54.000 vehículos y 140.000 Tm de material en la playa de Normandía.